Carta a Alfonso Sastre
Estimado Alfonso:
Cuando se nos fue Mikel Laboa, me martilleé la cabeza preguntándome por qué no fuimos capaces de hacerle un homenaje en vivo, con él delante, siendo como éramos conscientes en los últimos tiempos de que ya no le quedaban demasiadas fuerzas y que en cualquier momento nos iba a abandonar. Un mes antes de su muerte discutía con mi amigo Lander Garro sobre la necesidad de realizar una película de confesión y homenaje al estilo de “I´m your man”, el documental que retrata el extraordinario concierto que distintos artistas rindieron a Leonard Cohen, pero lamentablemente no llegamos a tiempo. Y te preguntarás, quizás con ese sentido del humor que te caracteriza, a qué viene esto, a ver en que te quiero liar esta vez, o que a ver si te estoy viendo con un pie en el hoyo o algo por el estilo, y no, nada de eso, ojalá sigas ahí por muchos años, lo que ocurre es que los dos pertenecéis a esa generación de gigantes, sí, gigantes que se convirtieron en nuestros grandes maestros, y que gracias a vuestras lecciones de arte comprometido, creación y dignidad, supimos que la mejor actuación que podíamos representar en este mundo era nuestra propia vida. Y entonces se me pasa por la cabeza, que os debemos un montón de homenajes, pero que os los debemos cuando estáis vivos, cuando podéis ser conscientes de lo importantes que habéis sido para nosotros. Y me vas a permitir que además del recuerdo para Gladys del Estal, pues hoy se cumple el 30 aniversario de su asesinato en aquel “Bloody Sunday” vasco que sufrimos, no por la cantidad de muertes, sino por el carácter pacífico de la protesta y el disparo en la cabeza a alguien que sentado practicaba la desobediencia civil, pues también repase en mi memoria algunos momentos de los que formas parte.
Recuerdo, por ejemplo, con emoción cuando Eva Forest y tú os instalasteis en Hondarribia. Yo era entonces un estudiante del Instituto y el impacto que causó fue como si Jean Paul Sartre (inevitable juego de palabras, no solo por tu apellido) y Simone de Beauvoir se hubieran venido a vivir a Honddarbi. Conocí entonces a vuestra hija Eva, y a Juan y a Pablo, y sentí miedo y rabia cuando os tumbaron la puerta de la casa en el 80, en aplicación de la tristemente célebre ley antiterrorista, al año y poco de la muerte de Gladys.
Recuerdo después, ya con mi grupo Kortatu, como en 1987 pediste el voto para Herri Batasuna en las primeras elecciones al Parlamento Europeo, lista en la que mi nombre figuraba como candidato, la misma lista europea que compartiríamos como candidatos después, en el 89 y 94.
Organizamos también juntos la plataforma Hitzegin en apoyo al diario Egin y la radio Egin Irratia, que hoy nos dicen desde las mismas instituciones del Estado que nos dejaron huérfanos de palabra y voz, que nunca debió ocurrir tal tropelía.
También fuimos más tarde, candidatos en las listas de Euskal Herritarrok para las elecciones al Parlamento Vasco y Europeo en los años 98 y 99. Y después hemos coincidido en la Plataforma de Solidaridad con los imputados en el Sumario 18/98. Y bueno, en mil y una reivindicaciones que en este comienzo de siglo XXI nos han convertido en “personas contaminadas” para el Estado Español y coartada para privarnos de nuestros derechos civiles. La última vez que estuvimos juntos fue aquí, en Irún, cuando presentamos la iniciativa ciudadana Milaka Bilaka.
Pero hay un recuerdo muy intenso que me gustaría rememorar contigo, para volver a pasarlo por el corazón, y es la carta que me enviaste en 1993 cuando por aquel entonces el Teniente Coronel, después General Rodríguez Galindo demandó a mi grupo, entonces, Negu Gorriak y nuestra casa discográfica Esan Ozenki. Decía así: “La sátira moral y la parodia política forman una parte esencial de la cultura literaria y musical de occidente. ¡Mal signo sería que esto se castigara entre nosotros! Ello significaría que ya estamos demasiado enfermos. Mis aplausos y mi admiración para Negu Gorriak”.
Y bueno, llegados a este punto te preguntarás, vale, pero y a qué viene lo del principio de la carta, y es que cuando vi que eras el cabeza de una lista llamada Iniciativa Internacionalista, me dije, ahí está Alfonso Sastre, una vez más, dándonos de nuevo una lección de perseverancia y entereza. Y entonces se me ocurrió que era hora de devolverte los aplausos y admiración en forma de voto, porque cuando ya no estés con nosotros, entonces hasta los que hoy te niegan, querrán haber sido compañeros tuyos, y con el paso de los años te dedicarán calles, y tus obras serán de lectura obligatoria en los colegios, y ocuparás un sitio, que ya te pertenece, junto a Bertolt Brecht y Samuel Beckett, entre otros.
Por eso, este domingo, el 7 de junio de 2009, seré uno más, uno de los que con mi voto te vamos a homenajear, a ti y también a Eva Forest, inseparable a tu persona y gigante siempre, ahora descansando entre los dos espigones de Hendaia y Hondarribia, llevándote al Parlamento Europeo, y reivindicándote para que en el nuevo y definitivo proceso de paz que ya ha comenzado a latir, estés presente en la mesa de diálogo como llevas ya insistiendo desde hace años, como escriba o como observador (lo de la escoba lo apuntamos también, aunque esperemos no sea necesario), pero ahí, sí, para que estés ahí también y sepamos que con tu presencia nadie será capaz de levantarse hasta que este pueblo conozca la auténtica paz.
De nuevo mis aplausos y mi admiración Alfonso. Por muchos años.
Hasta siempre:
Fermin Muguruza
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